Desde el 2015, cada 3 de marzo se conmemora el Día Mundial de los Defectos de Nacimiento. Como su nombre lo indica, se trata de anomalías que afectan el desarrollo del feto.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), anualmente ocho millones de niños nacen con anomalías graves, las cuales se originan de factores genéticos, infecciosos, ambientales y no identificados.
En relación con las causas genéticas, se trata de condiciones heredadas de los padres. Los defectos que provienen de las infecciones se deben a que la futura madre ha padecido una infección viral durante la gestación y sus efectos son traspasados al bebé.
Un ejemplo de ello es el síndrome de la rubéola congénita (SRC), cuya infección durante el primer trimestre puede causar defectos nacimiento en el 85% de los casos. Otro tipo de anomalías frecuentes, como las cardíacas, también comienzan a originarse durante la etapa temprana del embarazo.
Tomar medidas de prevención antes y durante la formación del feto es vital para su desarrollo. La OMS recomendó tener revisiones prenatales, controlar la diabetes preconcepcional y gestacional, evitar exposición a sustancias, como plaguicidas, estar al día con el esquema de vacunación y consumir yodo, así como ácido fólico, del que se sabe que si es ingerido lo suficiente durante tres meses antes de la concepción, disminuye los defectos de la médula espinal y del cerebro, conocidos como defectos del tubo neural (DTN).
Para que los bebés tengan una mejor calidad de vida es necesario que desde el vientre sean monitoreados a través de programas de vigilancia, además de que tengan un tratamiento adecuado. Este puede darse mediante cirugía, medicamentos y planes de nutrición, por lo cual es esencial acudir a especialistas de manera oportuna.