La enfermedad de Alzheimer es progresiva y genera un fuerte impacto social y familiar, pues los pacientes requieren acompañamiento constante a medida que avanza la enfermedad.
Los primeros signos pueden ser difíciles de identificar: cambios sutiles en la personalidad, aislamiento, menor interacción verbal y olvido de hechos recientes.

“Mientras más temprano se detecte, mejores son las posibilidades de intervención. Contamos con herramientas farmacológicas y de estimulación neuropsicológica que permiten ralentizar el deterioro”, explicó el doctor Denys Cuevas , médico especialista en psiquiatría del Centro de Atención Integral de Salud Mental (CAISM).

El especialista recalcó que el estilo de vida influye directamente en la salud cerebral. Dormir entre seis y ocho horas, mantener una dieta equilibrada, controlar enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión y realizar al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico a la semana son medidas que pueden retrasar o disminuir el riesgo de la enfermedad.
Asimismo, destacó la importancia de capacitar a los cuidadores y familiares, quienes muchas veces desconocen la naturaleza del deterioro cognitivo. “Comprender el proceso evita tensiones y permite que tanto el paciente como su entorno reciban una atención integral. El apoyo familiar es tan importante como la atención médica”, subrayó.

Finalmente, Cuevas hizo un llamado a la sensibilización social: “El Alzheimer no se puede curar, pero sí podemos reducir su impacto si detectamos los síntomas a tiempo y adoptamos hábitos saludables”.