La artritis es más que un diagnóstico médico. Para quienes la padecen, representa la suma de pequeños retos diarios: abrir una botella, subir unas gradas, abotonar una camisa o simplemente levantarse de la cama en la mañana. El dolor, la rigidez y la inflamación articular no solo afectan la movilidad, sino también la independencia y el estado de ánimo de las personas.

Frente a este panorama, la terapia física y ocupacional se convierte en un aliado fundamental. Su objetivo no es únicamente tratar los síntomas, sino acompañar a cada paciente en el camino de recuperar su autonomía y su confianza.
A través de ejercicios específicos, se busca mantener la movilidad de las articulaciones y fortalecer los músculos que las rodean. “Cada avance, por pequeño que parezca, significa mucho para una persona con artritis. Recuperar la capacidad de peinarse sola, cocinar o salir a caminar puede transformar su vida”, comentó el doctor Kevin Armando Portillo Koberne, director médico del Hospital de Rehabilitación.

De igual manera, se les brinda terapia ocupacional, donde los pacientes aprenden nuevas formas de realizar sus actividades cotidianas, utilizando herramientas adaptadas que reducen el esfuerzo y el desgaste articular.
El acompañamiento incluye también apoyo psicológico, ya que esta enfermedad puede generar episodios de depresión. “La terapia es un espacio en el que las personas pueden expresar sus emociones, fomentando la resiliencia y el optimismo en cada paciente”, agregó el doctor.

La artritis no tiene por qué robar los momentos importantes de la vida. Con el apoyo de la terapia adecuada, el paciente no solo encuentra alivio al dolor, sino también la posibilidad de vivir con mayor libertad, dignidad y esperanza.
Así lo confirma Aracely Meléndez, usuaria del hospital: “La terapia no solo me ha ayudado a calmar mis dolores, también me ha devuelto movilidad en mis manos y con ello, la confianza para seguir adelante”.
