“Estoy muy agradecida con todas las enfermeras y doctores del IGSS”, fue el mensaje de María Guadalupe viuda de Campos, de 98 años, un ejemplo a seguir para muchas personas que aún no se han vacunado contra el COVID-19.

Lupita, como le dicen vecinos y la familia a doña María Guadalupe, llegó junto a sus tres hijos: Verónica, de 69; Juan, de 71, y Lucrecia, de 77 años, al edificio S12 de la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac), para aplicarse la segunda dosis de la vacuna de AztraZeneca que administra el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).

Su hija Verónica Campos relató que doña Lupita tomó la decisión de ir a vacunarse porque a toda hora escucha las noticias. Además, reconoció la importancia de la vacunación para no morir de COVID-19.

“Sentadita en el sillón, mi mamá pone atención a las noticias y me dijo: Mija llévame al IGSS a vacunar, la gente se está muriendo”, narró Verónica.

Atención personalizada

Doña Lupita llegó caminando, agarrada de los brazos de Verónica y Lucrecia al S12 y fue recibida por enfermeras del IGSS. Para su comodidad por la avanzada edad, la trasladaron en silla de ruedas hasta el lugar de la vacunación.

Durante la administración de la vacuna doña Lupita se mostró tranquila y relajada, consciente que vacunarse le salvará la vida si se llegará a contagiar.

El doctor Otto Miranda, encargado del Centro de Vacunación, felicitó a doña Lupita por la decisión de vacunarse, por cuidar de ella y de los demás.

“Mi madre es una mujer de hierro”, manifestó Juan Campos de 71 años, otro de sus hijos. Agregó que ella no tuvo ninguna reacción con la primera dosis, aplicada el 27 de mayo.

Doña Lupita es originaria de San Miguel Dueñas, Sacatepéquez, tuvo 11 hijos, tiene 25 nietos, 12 bisnietos y 8 tataranietos.

Lucrecia Campos agradeció a todo el personal del IGSS el sacrificio que realizan para combatir la pandemia y  por la atención personalizada al ingresar al área de vacunación en el edificio S12 de la Usac, como lo hicieron con su mamá.