“La lactancia materna no solo alimenta, también genera un lazo emocional profundo entre la madre y su bebé”, asegura la doctora Claudia Regina Calderón Blanco, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital de Escuintla.

Durante el proceso de lactancia, el contacto piel con piel y la cercanía física estimulan la producción de oxitocina, hormona conocida como “la hormona del amor”, la cual promueve sentimientos de seguridad, amor y conexión.

La oxitocina genera amor, confianza y seguridad desde el primer abrazo.

“Esto no solo ayuda al bebé a sentirse protegido, sino que refuerza su autoestima desde los primeros días de vida”, explicó la doctora Calderón.

Según la experta, los efectos positivos del vínculo afectivo durante la lactancia pueden observarse a largo plazo: “Estos niños tienen menos enfermedades, un mejor desarrollo cognitivo, menor riesgo de padecer obesidad, diabetes o infecciones, y logran un mejor rendimiento escolar”, añadió.

Incluso, se ha observado un impacto favorable en sus relaciones sociales y emocionales futuras.

La doctora también ofreció una recomendación empática para aquellas madres que no pueden amamantar por razones médicas:“Es fundamental mantener el contacto visual, hablarle con ternura al bebé y fortalecer el vínculo a través de caricias y cercanía física. El amor también se transmite con el cuerpo y la mirada”.

El contacto piel con piel durante la lactancia fortalece la conexión emocional entre madre e hijo.

El IGSS continúa impulsando la lactancia materna como una práctica que no solo alimenta el cuerpo, sino que también nutre el alma y construye vínculos para toda la vida.