La jubilación es la puerta de ingreso a uno de los ciclos más esperados para muchos empleados, por lo que alcanzar esa meta es el resultado de muchos años de esfuerzo y dedicación.
Este proceso no solo implica un cambio personal para los empleados, sino también un desafío para la institución en cuanto a la transición de responsabilidades y el continuo cuidado de los pacientes.

En el Hospital General de Enfermedades la jubilación no solo implica un período de descanso para quienes han trabajado durante décadas, sino también un momento para reflexionar sobre el impacto que su trabajo ha tenido en la salud de los guatemaltecos.
«Después de 33 años en el hospital, me siento satisfecha por haber contribuido a la salud de la comunidad», comentó la licenciada Claudia Flores, quien acaba de recibir su pensión tras cumplir con los requisitos del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. «Es un momento de mucha emoción, pero también de orgullo por el legado dejado», agrega.

Para los empleados del hospital, la jubilación es el cierre de un ciclo, pero también representa el inicio de una nueva etapa. Sin embargo, el proceso de jubilación plantea varios retos para el hospital en cuanto a la continuidad de los servicios de salud.
Muchos médicos, enfermeras y personal administrativo que se jubilan han sido piezas clave en la atención diaria de los pacientes, lo que obliga a la institución a enfrentar la capacitación y reemplazo de personal especializado para no afectar en lo más mínimo la calidad de la atención.

A pesar de los retos, la jubilación sigue siendo un derecho ganado por años de dedicación, y el HGE continúa apoyando a sus empleados en su retiro. A medida que muchos se despiden de sus funciones, la institución sigue adelante con la misión de ofrecer atención de calidad a los pacientes.