Los hermanos Werner, Ana Karina y Marvin Ovalle Reynosa entregaron juguetes a los niños que se encuentran internados en el área de pediatría del Hospital General de Enfermedades, en agradecimiento a la atención que recibió su mamá, Ana María Reynosa Ovalle, quien sufría una enfermedad crónica y fue paciente de este centro asistencial.

“Mi mamá recibió tratamiento en el IGSS a causa de una enfermedad crónica renal que padeció durante muchos años, pese a la buena atención que le brindaron falleció en julio de 2008. Hoy estamos aquí agradecidos con el personal médico y enfermería por el apoyo que nos dieron en los momentos emocionales y económicos que estábamos pasando”, indicó Marvin.

“Desde niños mi mamá nos inculcó que se debe compartir con los demás las cosas que Dios nos da. Hace 35 años, en Navidad, mis hermanos y yo nos disfrazábamos de payasitos y mi mamá nos llevaba al Hospital General San Juan de Dios a entregar juguetes a los niños. Para el Día de la Madre visitábamos el Asilo San Vicente de Paúl para llevar música a las personas de la tercera edad”, narró Marvin.

Legado de amor

“Nuestra madre falleció hace 12 años. Para mantener vivo su legado de amor decidimos continuar con esta tradición. Durante el año 2019 compramos varios  regalitos y hoy los traemos a los niños de este hospital.  Mi hermano Yuri no pudo venir, pero estamos unidos los cuatro hermanos en este tipo de actividades mientras Dios lo permita, dijo Ana Karina.

Los hermanos Ovalle Reynosa pretenden que las enseñanzas de su madre fallecida sigan vivas a través de pequeños gestos de generosidad. Foto Prensa IGSS

“Somos de una familia con muchas limitaciones económicas, mi madre sufrió mucho, quedó soltera con cuatro hijos, con mucho sacrificio nos sacó adelante y siempre nos inculcó valores. La gente la quería mucho, porque siempre fue muy generosa. Trabajaba duro para que nunca nos faltara nada. Era tan dadivosa que en una ocasión nos contó que cuando era pequeña a escondidas de su abuela sacaba comida de su casa para regalársela a un indigente”, comentó Werner.

“Viajaba a Tapachula a comprar mercadería para vender, destinaba varias cajas de galletas para regalar a los lustradores del Parque Concordia y a los indigentes. Lo más interesante de esto es que nosotros no tuvimos abundancia, pero lo poco que teníamos mi madre nos enseñó a que debíamos compartir con los demás”, dijo Werner.