La partida de un ser querido requiere valor para enfrentar la realidad. La tristeza resurge si en medio de tareas cotidianas algo despierta recuerdos, como leer el diario que escribía, ver su ropa en el armario y las plantas que solía cuidar. Si nace llorar, hay que desahogarse.

Rony Barillas, psicólogo del Centro de Atención Integral de Salud Mental (CAISM), explicó que durante el luto se atraviesan cinco etapas básicas: la negación, el enojo y la ira, la negociación, la depresiva y la aceptación.

En la primera no se acepta que el ser querido falleció. En la segunda se busca un responsable y hay un autoseñalamiento. En la tercera se fantasea con revertir el deceso y se cuestiona sobre qué se hubiera hecho mejor. En la fase depresiva no se habla de la enfermedad, sino de emociones vinculadas a la tristeza. En la última, se aprende a convivir con el dolor, aunque vale la pena subrayar que esos períodos no son iguales en cada persona.

Sobre el impacto de la pérdida, el profesional indicó que cada momento de la vida brinda herramientas para afrontarlo de distintas formas. Los adultos, sean de mayor o mediana edad, poseen una construcción narrativa para expresar sus emociones. Los niños y adolescentes no hablan tanto de lo que sienten, pero eso no significa que no comprendan lo sucedido.

Por otro lado, el psicólogo habló del duelo anticipado, en el cual la familia se prepara para ese momento. En contraparte, el duelo traumático se vive en sucesos inesperados como actos de violencia, accidentes, catástrofes y pandemias. Esto produce estrés postraumático, que causa una hipervigilancia, es decir, estar atentos a que no ocurra lo mismo con otros familiares. 

Además, Barillas expuso que en el caso de quien enviuda hay una especie de juicio social acerca de cuándo debería conocer a alguien. “Yo creo que en este proceso es importante saber cuál es el momento preciso para dar ese paso”, agregó.

Es vital ayudar a quien atraviesa un duelo. Demostrar apoyo sincero y transmitir que se está presente para lo que necesiten, ayuda a que el doliente se sienta acompañado y aprenda a lidiar con el dolor. El especialista recomendó permitir que las personas verbalicen sus sentimientos.

Para lidiar sanamente con el duelo hay que normalizarlo. Barillas manifestó que no hay que obligarse a estar bien. “Quedarse con el nudo en la garganta nos lleva a que después se sufra de dolor en la espalda, cuello y hombros”, advirtió. Al mismo tiempo, aconsejó darle fluidez a lo que se siente.