La pandemia del COVID-19 dio muestras de que la vida puede cambiar en todos sus aspectos de un momento a otro. La humanidad se enfrentó a un confinamiento obligado y preventivo, las personas que enfermaron del virus debieron ser aisladas y separadas de sus seres queridos, debieron aferrarse a su fe y confiar en el personal médico que con vocación y amor se pusieron en primera línea; sin embargo, las familias mantenían la incertidumbre por conocer el estado de salud de los pacientes y es entonces cuando, en el IGSS, se pone en la labor el Departamento de Trabajo Social de la Subgerencia de Prestaciones Pecuniarias.

Esmeralda Girón, supervisora de Trabajo Social en el Hospital General de Enfermedades del IGSS, contó la experiencia del trabajo en esa unidad y recordó que en los primeros meses de la pandemia el equipo estuvo trabajando por turnos, como medida de prevención, pero que aún así cumplían diversas funciones y aún no se explican cómo les alcanzaba el día para cumplir con todas sus tareas.

“Se ingresaba a las 6 de la mañana, llegaban al servicio —las trabajadoras sociales— y se dirigían a verificar el listado de Enfermería para saber quiénes eran los nuevos pacientes, se buscaban nuevos números de teléfono en los diferentes sistemas porque muchos tenían los datos desactualizados en el Instituto, hay que reconocer que las municipalidades nos dieron gran apoyo para contactar a familiares en los municipios de los diferentes departamentos y se les notificaba en qué área estaba el paciente y el estado de salud, normalmente las familias deseaban llevarles suministros, pero afortunadamente el Instituto contaba con todo y se les comunicaba para que estuvieran tranquilos”, explicó Girón. 

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Las trabajadoras sociales actualizan el estado de salud de los pacientes cada día.

Pero el día laboral de los trabajadores sociales no terminaba ahí, posteriormente tenían que hacer otro recorrido en los servicios, por cualquier necesidad urgente de contactar a las familias  cuando el diagnóstico médico era desalentador, máxime cuando era necesario hacer un procedimiento especial, la familia lo tenía que autorizar.

Otras trabajadoras sociales tenían la asignación de ir a la morgue para actualizar el registro de los que amanecían fallecidos y con los listados de Enfermería se notificaba a las familias para que iniciaran con los procedimientos “si no se localizaban íbamos de manera presencial para buscarlos en su casa, muchas veces las familias no se hacían cargo y eran amigos los que hacían los trámites especiales, todo esto con la presión de que solo habían pocas horas para hacer el entierro de los cadáveres”, recordó Girón.

La pandemia del COVID-19 permitió que las personas pusieran en manifiesto su lado más humano y solidario, las trabajadoras sociales acumularon una serie de experiencias, como el reto de ponerse los trajes de seguridad nivel tres, para poder tener contacto directo con los pacientes positivos, muchos creían que sus familiares los habían abandonado, por ello implementaron acciones como pedir cartas, fotografías y otros detalles que hicieran sentir al paciente motivado y amado. Las trabajadoras sociales les leían las cartas a los pacientes que no sabían leer o que tenían dificultad para ver, y por el traje era difícil que las escucharan “teníamos que gritar y terminábamos sin voz (SIC), pero era satisfactorio”, dijo.

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Reconocimiento al trabajo

La misión del Departamento de Trabajo Social del IGSS fue crear ese puente de comunicación entre el médico, el paciente y los familiares que, estando en confinamiento, no podían acudir a los hospitales centinela ni a los hoteles en donde se encontraban internados según su estado de gravedad.

Atendían un call center que el Instituto creó específicamente para dar información de los pacientes internados por coronavirus y aunque la labor fue demandante pueden decir que la misión fue y sigue siendo cumplida, por ello la Dirección Médica del Hospital General de Enfermedades entregó un reconocimiento al Departamento de Trabajo Social por ser un apoyo directo para el personal de primera línea.

“Era necesario reconocer la labor que se hizo, fue de mucha satisfacción porque siempre hemos sido parte de esa gran familia, nos valoran saben el trabajo que realizamos y que en nosotros pueden tener un apoyo por ser ese nexo entre familias y médicos, y siempre hemos sido agradecidas con esto, nos llenó de orgullo y satisfacción que no ha sido en vano el trabajo porque se dejaba a la familia y se trabajaba con temor, sobre todo cuando no existía vacuna, y qué agradable saber que se tomó en cuenta a Trabajo Social”

Esmeralda Girón, supervisora de Trabajo Social