El aneurisma es una lesión en las arterias del cerebro. Sucede cuando hay un elevado flujo sanguíneo que las debilita, abulta y ocasiona su ruptura. El síntoma característico es un dolor de cabeza repentino y palpitante, de intensidad severa. Asimismo, se acompaña de visión doble, náuseas y vómitos provocados por la presión en el cráneo y, con frecuencia, el paciente se desmaya.

Aunque en teoría ocurre alrededor de los 55 años, el médico internista y neurólogo Sergio Chang, del Hospital General de Enfermedades IGSS Zona 9, expresó que lo ha visto en personas de entre 35 y 40. En ese sentido, los factores de riesgo no modificables son la edad, los antecedentes familiares y el género, pues la posibilidad de que aparezca en mujeres es mayor.

Entre las causas que sí es posible cambiar se encuentran la hipertensión, el tabaquismo y el consumo de drogas, principalmente la cocaína. “Eso es lo que más se ha observado respecto a la procedencia de los aneurismas”, detalló. Por otro lado, las molestias clínicas pueden darse cuando se realiza un esfuerzo como defecar o durante el coito.

Si bien el experto señaló que la probabilidad de fallecimiento oscila entre un 8 y un 67 por ciento, en términos generales es del 51 por ciento. En contraparte, el 49 por ciento de sobrevivientes quedan con secuelas neurológicas importantes, como modificaciones en la conducta, en el estado de ánimo o, inlcuso, dejar de mover alguna parte del cuerpo (déficit motor).

Los casos en que la persona no queda con ningún tipo de secuela son excepcionales. “Esto se asocia a hemorragias pequeñas. Es lamentable, pero no se puede predecir quién tendrá una así. Usualmente, las manifestaciones son muy agresivas”, señaló Chang.

En cuanto a los cuidados del paciente, el hospital proporciona tratamiento médico, el cual está a cargo del Departamento de Medicina Interna con el apoyo de Neurología y el Área de Medicina Crítica. El especialista indicó que el afectado es enviado a terapia intensiva para vigilar su ritmo cardíaco, además de la función renal y pulmonar, ya que todas las complicaciones derivadas de la hemorragia acontecen en los primeros 21 días.

El segundo tratamiento es el quirúrgico. Lo practican si el enfermo sufre otras complicaciones como aumento de líquido en el cerebro (hidrocefalia), o si el sangrado es tan grave que eleva la presión del cráneo. “En ese momento entra neurocirugía, con quienes contamos en los casos que ameritan la colocación de una válvula o la liberación de la presión del cráneo a través de una craneotomía”, concluyó.